Déjenla dormir el sueño de los justos. Y tampoco despierten a la shá, a la shí, a la shó ni a la shú. Digan shueve, shave, sheno, shorar, ashí... Y listo, ¡total!...
Y bueno, Ana. Los españoles me llamaban Ezgardo cuando trabajaba con ellos en la autopista. Contra eso creo que no se puede hacer nada. Lo deseable es que los que trabajan con la palabra no sean los que tomen la delantera.
Y bueno, Ana. Los españoles me llamaban Ezgardo cuando trabajaba con ellos en la autopista. Contra eso creo que no se puede hacer nada. Lo deseable es que los que trabajan con la palabra no sean los que tomen la delantera.
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